La pequeña Estella Westrick fue con sus padres a la audiencia general en el Vaticano. Su padrino, Mountain Butorac, quiso que conociera al papa Francisco en persona y que pudiera recibir una bendición.
Pero la niña sorprendió al Sumo Pontífice y a sus colaboradores, que no pudieron impedir que la traviesa le robara el sagrado solideo, el que “sólo se puede quitar ante Dios”.
Mientras le daba un beso en la mejilla, Estella, como si fuera experta en la materia, deslizó su brazo sin que Francisco la viera y tomó su gorro blanco.
Los circunstantes comenzaron a reír a carcajadas, incluido el propio “damnificado”, quien segundos después volvió a colocárselo y continuó con los saludos protocolares a quienes se acercaban.
Estella, que junto con sus padres están visitando a su padrino, vive en Atlanta, EEUU. “Es su primer día completo en Roma, quién sabe qué hará mañana”, concluyó el hombre.