La Agencia de Protección Medioambiental (EPA) despidió a entre cinco y nueve científicos de su junta de asesores y estudia la posibilidad de reemplazarlos con representantes de industrias vinculadas a los combustibles fósiles, como el petróleo o el carbón.
La medida es un paso más en los intentos del gobierno de Donald Trump de cambiar la forma de trabajar de la agencia, encargada de velar por el respeto al medioambiente, para que encaje con su idea de que la creación de empleos en industrias como la del carbón debe primar sobre la lucha contra el cambio climático.
La agencia informó este viernes a varios integrantes de su Junta de Asesores Científicos, formada por 18 expertos que analizan las investigaciones de EPA para determinar si tienen el suficiente rigor, que su designación por tres años había terminado y no serían renovados para un nuevo periodo, como suele ocurrir.
Según Freire, la agencia no quiere dar por buenos automáticamente a los científicos designados para la junta por el gobierno de Barack Obama y prefiere “asegurarse de que considera de forma justa” a los “cientos de nominados que ha recibido EPA” para integrar ese órgano consultivo.
Queremos centrarnos en un proceso abierto y competitivo para que aquellos que se sienten en la junta sean los mejor cualificados”, indicó el portavoz.
Freire confirmaba así que el administrador de EPA, Scott Pruitt, considerará la posibilidad de aceptar para la junta a científicos vinculados a las industrias cuya contaminación debe regular supuestamente la agencia, algo que ha alarmado a organizaciones científicas y de protección del medioambiente.
“Esto forma parte de un plan polifacético para que la ciencia no se entrometa en los esfuerzos (de Trump) de eliminar las regulaciones” en la industria de los combustibles fósiles, dijo el presidente de la Unión de Científicos Preocupados, Ken Kimmell, al New York Times.